Ap. Cesar Oviedo - EL PROPÓSITO DEL SUFRIMIENTO


“Vino palabra de Jehová a Jeremías la segunda vez, estando él aún preso en el patio de la cárcel, diciendo:… Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” (Jeremías 33; 1 y 3).
En medio de un momento de sufrimiento y angustia Dios habla a Jeremías por segunda vez y le dice que clame, que Él le revelaría secretos. En el Edén no había necesidad ni dolor, todo estaba provisto, no tenían que preocuparse por nada, no había enfermedad, el hombre sólo disfrutaba de la creación y del compañerismo con Dios, pero cuando entró el pecado, también entró el sufrimiento.
Hoy en día padecemos catástrofes en la naturaleza, dolor, enfermedad, hambre, todo porque el hombre le dio la espalda a Dios.
Hay propósitos, razones por las que puede venir el sufrimiento:
Ø  Ataque directo del enemigo, como le sucedió a Job.
Ø  Consecuencia de la desobediencia a Dios, tú sales de su cobertura. Lo vemos en la vida de Sansón; él era un juez de Israel. Al principio Dios puso en él una fuerza sobrehumana y su poder, pero desobedeció a Dios y sufrió ceguera, cárcel, esclavitud. Si bien luego se arrepintió, nunca fue igual. La desobediencia trae graves consecuencias.
Ø  La preparación de Dios en la vida de las personas, Dios no manda el sufrimiento, si lo permite.
Muchas veces no estás listo para recibir lo que pides, por eso Dios primero te prepara. Hay gente que luego de recibir lo que pide se aleja de Dios; Él no puede darte dinero si después tu “dios” va a ser el dinero o una cosa que luego hará que te alejes de Él. No es voluntad de Dios que sufras. Los pensamientos de Dios para tu vida son pensamientos de paz. A menudo la escuela que Él usa para formarte es el sufrimiento, porque cuando pasas por él es cuando más te aferras a Dios.
Cuando Dios permite sufrimiento en tu vida es con un propósito, quiere trabajar en tu corazón, enseñarte cosas, transformar  tu vida para que estés en el centro de su voluntad y así bendecirte y dar cumplimiento a la palabra que un día recibiste.

 Deja que Él trabaje en ti, abre tu corazón y tu mente, Él está allí fortaleciendo tu vida para que madures y crezcas.

Apostol Cesar Oviedo

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